Ya se trate de un derrumbe mortal,
una guerra territorial de barrio donde todo vale, o una guerra de guerrillas
con convulsiones de una nación que parece marchitarse a diario, Daniel Alarcón entra
en erupción en un país vecinales de embebida por una feroz alegría callejera que
palidece hasta la insignificancia cuando el Estado interviene. Alarcón utiliza
una narrativa lineal combinada, a momentos, por un mosaico de diferentes
períodos de tiempo para jugar con la gracia y el poder. Una rara combinación de
realización técnica y generoso corazón que invitan al lector a sumergirse en
esta lectura, que sin necesariamente entrar a una mala mirada, podríamos llamar
ligera.
War
by candlelight, el
título original de la obra, entiende a una guerra en plena quietud u oscuridad,
donde se pone en relieve una poca visualización del contexto, de lo que
realmente pasa. Así son los cuentos de Alarcón, envueltos en sombras, noches y
guerras, conflictos internos y externos, personales y comunitarios, a los cuales
los protagonistas son expuestos. Alarcón trabaja a sus personajes de una manera
cuidadosa, la psicología, la carga emocional y personal, las reflexiones que
llevan en ellos se demuestra de una manera sutil a través de los diálogos
envueltos, las actitudes que toman, el tipo de voz que les atribuye y el
estilo. El conflicto al que Alarcón los somete es real, intuitivo y humano. Los
personajes viven una humanidad constante, interna y externa, intensamente pesada.
Alarcón escribe tomando una posición
muy distinta a la de otros cuentistas, utiliza la visión periodística, como un
artículo a la que se le va cambiando la forma poco a poco. Escribe observando
cuidadosamente el entorno, pero utilizando una visión informativa. Él, toma
puntos importantes de la historia, vida, sociedad de un lugar determinado y
transforma el contexto real en una ficción, imaginando seres que viven estas
situaciones, lo que piensan, sienten, y lloran. Recopila imágenes, texturas,
sabores, olores y los imprime en una hoja. Es un escritor que lleva arte a la
investigación. Es como una crónica
personal narrada a modo de cuento, es por ello que es esta técnica la que hace
que los cuentos de “Guerra a la luz de las velas” resulten en un experimento
ficcional que terminan siendo agradables para el lector.
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